En este documento, queremos dar una idea básica de la estructura de un coro y dar información acerca de sus componentes y funciones.
Tipos de voz
Un Coro se forma a partir de un grupo de cantantes que poseen voces distintas y que se clasifican de la siguiente manera, en función de su tesitura. De este modo podemos distinguir (grosso modo):
- Sopranos: las mujeres con la voz más aguda del coro, tienen un timbre claro y brillante y suelen llevar la melodía. Ejemplos: Montserrat Caballé, Isabel Rey, Celine Dyon, Mariah Carey…
- Contraltos: las mujeres con la voz más grave; su timbre es más oscuro y cálido que el de una soprano, por lo que alcanzan las notas más bajas. Ejemplos: Chabela Vargas, Annie Lennox…
- Tenores: los hombres con voz más aguda, tienen una voz redonda y timbrada que alcanza notas altas. Ejemplos: Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Luis Miguel…
- Barítonos y Bajos: Los hombres con voz más grave (los bajos, la más grave de todas), su timbre es muy oscuro y suelen llevar el ritmo en varias canciones. Ejemplos: Carlos Álvarez, Louis Amstrong
Luego, existen subclasificaciones dentro de estos grandes grupos, tales como soprano lírico-ligera, mezzosoprano, tenor lírico, tenor romántico, barítono cantábile, bajo profundo… además de voces como la del contratenor que usa una técnica llamada “falsetto” para llegar a notas muy agudas con timbre de contralto o soprano (como los BeGees ;)).
Distribución de las voces
La forma de colocar las voces en un coro suele seguir un esquema fijo para la mayor parte de los coros y las canciones de repertorio coral. En general, es algo así:
Esta colocación permite que cada una de las voces esté colocada en un bloque compacto que da seguridad a cada persona, individualmente y proporciona mayor potencia al conjunto en general. Sin embargo, tiene ciertos inconvenientes que se solventan recurriendo a otras alineaciones.
Así, tenemos otra alineación que usamos bastante en nuestro coro: “distribución por cuartetos”. En esta disposición, los integrantes del coro se colocan formando pequeñas unidades llamadas cuartetos
de esta forma, los cantantes están más aislados pero pueden escuchar mejor al resto de las voces. Esto es algo que favorece una afinación más perfecta en partituras especialmente difíciles.
Aparte de éstas, si la canción lo requiere, se pueden usar tantas distribuciones distintas como se quiera y de forma estática (en el sitio) o dinámica (cantando mientras se camina) creando varios efectos en función de las posiciones que ocupen las voces.
Función del director
El director de un coro es el elemento más importante. Como se puede suponer, su función no consiste sólo en mover las manos delante de un grupo de gente que canta.
Básicamente, un director de coro tiene la función de seleccionar el repertorio de canciones, enseñar cómo deben cantarse y procurar que se canten como él quiere. Para ello dispone de los ensayos en los que da los múltiples matices que requiere una partitura bien interpretada (tales como pianos, stacattos, crescendos…) y coordina el coro de tal forma que la afinación sea perfecta en todo momento. Durante un concierto, lleva el ritmo y la velocidad de interpretación para que todos los cantantes estén coordinados y se apoya en la expresión facial para contribuir a una mayor expresividad de las piezas.
En general, un coro es bueno si tiene un buen director.
Términos específicos
Tesitura: Tipo de voz y timbre de una persona
Registro: Extensión de notas que puede dar un cantante. Suele darse la nota más grave y la más aguda
– Modificadores en una partitura:
Modificadores de volumen y expresión
- Pianissimo: cantar a volumen muy bajo
- Piano: cantar a volumen bajo
- MezzoForte: volumen normal
- Forte: volumen alto
- Fortissimo: volumen máximo
- Sotovocce: en voz baja, susurrada
- Stacatto: dar las notas a golpes, separadas entre sí
- Legato: unir las notas, dando cada una como progresión de la anterior
- Crescendo: aumentar progresivamente el volumen
- Decrescendo: disminuir progresivamente el volumen
- Sforzando: Forzar la intención en una nota o sección de la partitura
Modificadores de tempo (velocidad de interpretación)
- Adagio, Lento, Lentíssimo… : tempos lentos, cada cual con su matiz
- Alegro, alegretto, vivo… : tempos rápidos
La técnica del canto (grosso modo)
Cuando escuchamos a cantantes profesionales, nos da la sensación de que son personas tremendamente privilegiadas por tener voces únicas en el mundo. Parece que siempre hayan cantado así… nada más lejos. Cualquier persona, con la dedicación suficiente, puede llegar a adquirir un control semejante de la voz.
Nuestra voz es como un instrumento musical más. Obviamente, si nunca en tu vida has tocado un violín, la primera vez que intentes arrancarle el sonido a uno parecerá que intentas sacar el sonido a un gato furioso. El problema que tiene la voz es que estamos acostumbrados a usarla continuamente para hablar y para gritar; para aprender a utilizar nuestro instrumento, debemos empezar desde el principio y “olvidarnos” de que este instrumento es el mismo que usamos al hablar.
EL APRARATO FONADOR
Antes de nada, es conveniente que conozcamos nuestro instrumento y las partes de las que se compone. Aquí podemos verlo en un dibujo:
Bien, esto es de lo que disponemos para emitir sonidos. En realidad, el mecanismo fonador es muy sencillo; básicamente y en la práctica es algo así como una gaita. Tenemos una bolsa de aire que, al ser apretada, consigue que un tubo con membranas (Cuerdas vocales) emita sonidos. Eso es todo.
LA TÉCNICA (De abajo a arriba)
1: La inspiración
Este es uno de los elementos que hay que tener más presente a la hora de cantar, y uno de los que más cuesta educar. El motivo es que estamos acostumbrados a usarlo mal continuamente y desde hace mucho tiempo. Estamos plagados de vicios respiratorios que hay que eliminar para poder empezar a respirar bien.
¿Cómo debemos respirar?
Pues, para empezar, debemos pensar en una respiración profunda hacia abajo, es decir, imaginar que el aire llega a la parte del abdomen, no a la parte superior del tórax. Es lo que comúnmente se denomina “respirar con la barriga” (aunque, obviamente, los intestinos carecen de capacidad fonadora). Para conseguirlo debemos tener en cuenta que:
- Debemos vaciar primero de aire residual los pulmones (espirar todo el aire)
- El aire deberá entrar libremente, sin ser empujado
- No debemos subir los hombros al inspirar
A bastante gente le cuesta dar este primer paso, pero con una guía adecuada se aprende fácilmente. Es bueno fijarse en el modo en que respiramos cuando estamos relajados en la cama: en este momento el aire fluye tranquilamente y podemos observar (tumbados boca arriba) cómo la barriga (no el tórax) sube y baja reposadamente.
2: El control del aire
Ahora que ya tenemos cargados los pulmones con el aire, debemos aprender a sacarle partido. Para ello debemos usar el diafragma que es un músculo largo que presiona a los pulmones desde su base.
Para apreciar cómo se activa, fijémonos en los mecanismos automáticos e inconscientes (siempre son los mejores, porque no están viciados) como el reír o el toser. Cuando tosemos notamos como la zona que está por encima del ombligo se endurece, de hecho si tosemos o reímos mucho esa zona acaba doliéndonos. ¡Pues si duele es por la falta de práctica! Por eso en el canto debe realizarse una especie de “gimnasia respiratoria” que active esos músculos olvidados y nos permita un mayor control del aire.
Así pues, para cantar, debemos tener el diafragma “activado”. Con este músculo en tensión podremos reaccionar ante los matices de una partitura y dar la presión necesaria al aire para que tenga mayor volumen y alcance. Podemos imaginar nuestra gaita y su bolsa de aire: podemos apretarla a golpes y sacar sonidos entrecortados o presionarla de forma intensa y progresiva para obtener un sonido más potente.
Todo lo que se refiere al control de emisión de aire en el canto es una de las partes más complejas, sin embargo, es la que más diferencia a una persona que sabe cantar de un neófito.
Importante: un buen control del aire impedirá que nos dañemos la garganta al cantar y reducirá considerablemente la probabilidad de quedarnos afónicos (tanto al cantar como en la vida diaria).
3: Laringe, cuerdas vocales, lengua…
Ahora viene la parte de aprender el modo en que debemos dejar salir el sonido. Para empezar, hay que tener siempre en cuenta la relajación ya que, igual que respirando, toda la técnica del canto debe ser relajada y sin tensiones (de otro modo, podríamos dañar nuestro instrumento)
La mandíbula inferior (la superior no se pude mover) debe dejarse suelta, de modo que deje espacio en la zona posterior de nuestra boca, y la lengua debe quedar abajo sin obstruir el paso del aire. Debemos crear un tubo libre de obstáculos por el que pasará el sonido.
Las distintas vocales se articulan en la glotis (las cuerdas vocales) con ayuda de la lengua en el caso de la “i”. Por eso no hay que hacer cosas raras con la boca al cambiar de una vocal a otra. La apertura de la boca para cantar debe hacerse de forma vertical con un dibujo más o menos constante para todas y cada una de las vocales. De este modo permitimos que el sonido sea más homogéneo, que haya más relajación y que quede “estéticamente bonito” (muchas veces, lo que es bonito resulta también mejor a nivel práctico)
4: Los resonadores
Para que el sonido no solamente salga de nosotros sino que alcance a todo el público debemos aprender a usar los resonadores de que disponemos.
Los resonadores (como su nombre indica) son partes de nuestro cuerpo que hacen la misma función que la caja de una guitarra o el cuerpo de un piano: dar amplitud al sonido. Básicamente son tres:
- El pecho: Es el resonador de base, que se utiliza sobre todo en los graves (aunque en los agudos también debemos tenerlo presente) y que se manifiesta por una vibración en el tórax cuando emitimos el sonido.
- La máscara facial (nariz y aledaños): Este es el resonador que da belleza y timbre al sonido, y en el que nos apoyamos para dar los agudos. Para comprobar que se utiliza podemos emitir sonido con la boca cerrada (una “m”) y comprobar cómo nuestros labios y el puente de la nariz vibran (si se hace correctamente, el picor en los labios es considerable). Para aprovecharlos al máximo y sacarles un buen partido ¡sonríe!. Es agradable a la vista y consigue un sonido más hermoso.
- La cabeza: Sí, también es un resonador. Su utilidad es de refuerzo del sonido y de amplificación. No es algo que se pueda controlar conscientemente, simplemente está ahí; sin embargo, si nos puede servir concentrarnos en elevar el sonido a la zona de la cabeza de forma imaginaria como imagen mental que nos ayude a usar mejor el resonador facial.
EN RESUMEN
Respiración, relajación del cuerpo con tensión sólo en el diafragma y emisión consciente y controlada apoyada en los resonadores. Parece fácil ¿no? Bien, pues como se dice en la tele: “no intenten hacer esto en su casa” y no es ninguna tontería, puesto que una mala aplicación de la teoría puede ser perjudicial y hacer que nos fastidiemos la voz.
Es importante tener en cuenta que estos pequeños consejos son una brevísima introducción a la teoría del canto.